Dios y El Alma Humana, Continuado…….

Las almas humanas creadas por el Padre, de acuerdo con los mensajes, son duales: masculinas y femeninas en su composición, y en el momento de la encarnación se dividen en sus dos partes componentes. Una vez encarnada, cada parte constituye un alma completa en cuanto a sí misma. Podrá o no ser, que estas almas gemelas se encuentren y se casen en su existencia carnal, pero, dependiendo de varias condiciones y circunstancias que prevalecen al momento de su unión matrimonial, tal unión no es, en forma alguna, una garantía de felicidad, ya que la diferencia en la educación, creencia religiosa, tradición familiar, crianza y otras circunstancias de cada una, a menudo pueden, más bien, obstaculizar en vez de ayudar en sus relaciones maritales. Por otra parte, las almas que no son gemelas tienen una mejor oportunidad de armonía marital, si su unión se basa en intereses similares, crianza, educación y condición social general en el plano del mundo material. Después de la muerte, las almas gemelas eventualmente se encuentran y permanecen juntas en el amor verdadero de almas gemelas, aunque no antes de un período de purificación, y de acuerdo con la condición de estas almas.

Los mensajes son inequívocos en cuanto a su insistencia de que las almas humanas son, como dice el Libro de Génesis, creaciones en la imagen de Dios, y que, por lo tanto, no tenemos nada de lo Divino. También insisten en que el hombre no es producto de la evolución, como han enseñado Darwin o sus seguidores, sino que la nuestra representa una forma material similar a otras creaciones, pero mucho más desarrollada que las mismas, consistente con el desarrollo de la vida en este planeta y armonizando con las condiciones para la vida que este planeta presenta. El hombre fue dotado de un alma humana que, con su apéndice especial – la mente – ha podido hacer los avances y progresos que lo exalta sobre las otras criaturas de esta vida, y darle la potencialidad de explorar y dominar el entorno físico en que ha sido puesto.

Pero los hombres se equivocan trágicamente, declara Jesús, al creer que la mente es superior o igual al alma, o que el alma es simplemente un nombre que se le da a una entidad, cuya existencia es dudosa, o no fundada en hechos; pues, la mente es limitada y dependiente del alma, la sede de las emociones y pasiones, siendo el alma el hombre real. Es a través de la percepción del alma, que el hombre supo instintivamente de su enlace con el Creador, a quien debía venerar y obedecer. El hombre, dice Jesús, puede y conoce a Dios sólo porque posee un alma, pero nunca podrá conocerlo verdaderamente, si Lo busca en forma intelectual y con su mente solamente. La duda y la especulación es un producto de la mente, pero la fe es un producto del alma y sabemos que Dios existe a través de las percepciones de nuestras almas, que nos permite crear el enlace espiritual con Dios mediante la oración. No una oración mental, sino una oración seria y sincera que nace del alma del hombre con mucho anhelo, fe y amor.

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