Jesús y Su Relación con Dios, Continuado…….

Jesús nos relata muchas cosas sobre su vida en la Tierra Santa. Él afirma que la historia de la Biblia acerca de su nacimiento, menos el sinnúmero de elementos sobrenaturales descritos en ella, es substancialmente cierta, y que él nació en Belén, llevado por sus padres a Egipto para evitar su muerte por Herodes; que los Reyes Magos llegaron realmente del Este para rendirle homenaje, y que él fue enseñado los elementos de la fe Hebrea por los maestros, pero que fue el Padre Mismo quien le enseñó la verdad del Amor Divino y hacerle comprender cuál era su misión. Él nos dice que Juan el Bautista, su primo, fue un gran psíquico y que tenía cierto conocimiento con respecto a él, como el Mesías, y que ambos planearon el ministerio público del Maestro. Él afirma que Juan jamás envió a ningún emisario, cuando él estuvo en la cárcel, para asegurarse de que Jesús era “aquel que había de venir” y que tampoco Jesús, siendo un muchacho de doce años de edad, se presentó ante los doctores de la Ley en el Templo de Jerusalén.

Jesús también habla de algunos de los milagros que él realizó. En la mayoría de estos casos, él explica, interviene su poder curativo; pero que él nunca levantó a Lázaro u otra persona de la muerte, ni lo ha podido hacer ninguna otra persona, a pesar de lo que dice las Escrituras, puesto que el cuerpo espiritual no puede regresar a la carne, una vez que las condiciones físicas de vida hayan sido destruidas. Él también desmiente la afirmación de que él haya calmado alguna tormenta, reprendiendo las olas en el Mar de Galilea, pero que, más bien, calmó los temores de los discípulos que lo acompañaban, con el ejemplo de su propia valentía y confianza.

A mi juicio, unos de los mensajes más notorios escritos por Jesús y algunos de los espíritus superiores, son aquellos relacionados con la resurrección de la muerte del Maestro después de su crucifixión. Jesús le informa al Sr. Padgett que él de hecho murió en la cruz, y que apareció ante Pedro, Juan, María Magdalena y su madre al tercer día, pero que la verdadera explicación de este suceso es muy diferente al aceptado punto de vista de las iglesias. Aquí, Jesús supuestamente revela su divinidad al levantarse de la muerte; pero realmente el alma de Jesús nunca murió, puesto que el alma de ningún hombre muere con la muerte física. El Maestro prosigue diciendo que, mediante el poder inherente en su alma con el Amor Divino, él simplemente desmaterializó su cuerpo mortal, anunció en el Mundo Espiritual la disponibilidad de la inmortalidad del alma, tanto para los mortales, como espíritus, mediante el Amor Divino del Padre, siendo él, el primero en manifestarlo. Luego, al tercer día, materializó un cuerpo semejante al de carne y hueso, extraído de los elementos del universo; y que este cuerpo materializado, que asumió sin ayuda mediumnística, fue en el que apareció ante María Magdalena y los otros. Esta es la razón, él dice, por la que María no lo reconoció al principio, pensando que era el jardinero y lo mismo puede decirse de sus discípulos en Emaús. El gran concepto erróneo de los cristianos a través de los siglos, ha sido el de creer que Jesús se reveló como parte de la Deidad mediante esta resurrección; es decir, levantándose de la muerte, pero, en realidad, su proeza consistió en poder asumir un cuerpo con semejanza carnal, verdaderamente tan real, al punto de convencer hasta a Tomás, el dudoso.

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